En esta aventura ha habido muchos momentos de intensa emoción, muchos. Hemos elegido algunos de ellos por ser significativos en cuanto al contenido puramente montañero, pero, insistimos, las vivencias en esta travesía han sido emocionantes y divertidas. En la la Brecha de Roland nos encontramos bastante niebla y es una pena porque la vistosidad de paisajes es enorme. Había mucha gente en esta ascensión que realizamos desde el refugio de Sarradets y que, después en un apretado descenso, nos llevó de camino hacia Góriz.
En la jornada más larga, la que nos llevaba de Bujaruelo a Góriz, el paso por el puerto de Bujaruelo era obligado para entrar en Francia y continuar hacia el refugio de Sarradets. En los momentos en que se disipó la niebla tuvimos unas espléndidas vistas de el circo de Gavarnie, la zona de glaciares y del macizo del Taillón.
Cuando llegamos al collado de Millaris y vimos, en la lejanía, el refugio de Góriz, final de trayecto de este largo día, sentimos una inmensa alegría porque se iban cumpliendo nuestros objetivos. Después del descenso de la Brecha de Roland nos quedaba una dura caminata por el collado del Descargador y el de Millaris, hasta llegar al refugio. Espectaculares vistas en cualquier dirección.
En el refugio francés de Sarradets, tomamos algo caliente (vaya barreños de café con leche) para continuar camino hacia la Brecha de Roland. Tanto en la aproximación al refugio como en la ascensión, el tiempo no acompañó y el viento y la niebla, fueron constantes, añadiendo una sensación térmica de bastante frío.
Uno de los principales objetivos de esta excursión era ascender a Monte Perdido por la vía normal y pasar el corredor noroeste por la expuesta «Escupidera». Lo cierto es que el día anterior habíamos llevado un fuerte trajín y los cuerpos empezaban a notar cierto cansancio acumulado. Nos levantamos con muchas ganas y, fuimos a por la cima.
Desde el Lago Helado nos pusimos los hierros e iniciamos la parte final del ascenso que tiene en este recorrido un desnivel de 300 metros con pendientes de 45º y que, en su parte intermedia, cuando cruzamos la canal hacia la parte izquierda hay que llevar sumo cuidado porque en caso de tropiezo si no te autodetienes convenientemente y a tiempo, puedes tener un accidente mortal pues se cae por el cortado al abismo; el nombre de «Escupidera» es por algo. Llegamos a cumbre y, la emoción sí que se desbordó. Tuvimos suerte porque durante algunos minutos la niebla despejó y pudimos disfrutar de inmejorables vistas. El descenso lo hicimos con seguridad y precisión, hasta llegar al refugio de Góriz.
Salud y suerte.